CUANDO LA INFERTILIDAD LLAMA A TU PUERTA

¿Existen las casualidades? ¿O absolutamente todo lo que sucede en nuestras vidas forma parte de un plan perfecto que a corto plazo somos incapaces de imaginar?
Conocí a T.T. —quien pidió que no publicáramos su nombre para este artículo— a finales de junio del 2015. Fue mi primera clienta fuera del círculo de amigos y familia y por lo tanto, bajo el punto de vista de una mujer más exigente de lo que me gustaría reconocer ser, fue mi primera clienta oficial y de verdad.


Mi memoria es medio tramposa… recuerda sensaciones, colores, ambientes…, pero difícilmente fechas o nombres. Si no consulto la agenda soy incapaz de decir con quién estuve la semana pasada y sin embargo, como mantra, como amuleto, o como casualidad no casual porque su historia tenía que ser contada, su nombre me acompañó durante todos estos años hasta el día de hoy.


“Los planes son para ejecutarlos y seguirlos minuciosamente”. Así pensaba T.T. hace no tanto tiempo…


Directora regional de compras para LATAM en una de las farmacéuticas más grandes del mundo, casada, con departamento propio y un MBA que le costó muchas horas de sueño y prácticamente todo su tiempo libre. Todas las casillas estaban palomeadas conforme al esquema social esperado… hasta que la siguiente meta por cumplir salió de su control.


Junio de 2020: la pandemia a estas alturas ya ha transformado por completo nuestras vidas. Mientras que unos se quedan sin trabajo, otros como T.T. empiezan a cumplir jornadas laborales de más de quince horas. Por primera vez muchas parejas tuvieron que mirarse a los ojos un día, y el siguiente, y al otro, y el que le seguía después… No había escapatoria física. Y aún así, ella tenía que cumplir sin dilación el plan previsto: una vez graduada en MBA sería mamá.

Pero ese bebé no llegaba y la tensión que los 85 m2 de departamento ya había creado entre la pareja escalaba por minutos.

Los detalles de la montaña rusa de la fertilidad asistida en la que decidieron respaldarse tras unos meses de no lograr su objetivo orgánicamente me dejaron con los pelos de punta durante toda nuestra llamada. Decenas de inyecciones hormonales. Tres embarazos. Tres abortos. Miedos, vergüenza y humillación… y el reloj de la luna que mes a mes aún la abofetea con la sentencia de que esta vez, otra vez, el regalo de la maternidad no es para ella.


Personalmente puedo empatizar con el dolor que supone tener hijos que se vuelven ángeles cuando en su lugar esperabas pellizcar lonjas y una casa con olor a bebé; Con la frustración de sangrar cuando rezas para que tu útero sea hogar que albergue vida; Con el miedo intrínseco que se vive en un embrazo tras un aborto…, por no hablar de la carga emocional que esta impotencia y desolación siembran en una misma y en la pareja. Y sin duda cuando estás sobreviviendo a todas estas cuchilladas cual animal que cayó a un río sin saber nadar, el lazo que te permite respirar y tal vez salvar la vida viene de alguien que pasó por una experiencia similar. Alguien que te afirma que ese dolor no es exagerado, y que desde el instinto brujo sabe juntar las palabras y caricias que tu alma necesita recibir.


¿Y hasta cuándo es suficiente? ¿Cómo logras decir basta si siempre llegará alguien prometiéndote un 98% de éxito en su trabajo?

T.T. tiene la fortuna de haber contado con el respaldo de su familia. En el trabajo al que había dedicado cientos de horas remuneradas y cientos más por amor al arte le dieron las gracias en el momento que pidió un mes de descanso a pesar de que conocían el calvario por el que estaba pasando. Repite incansablemente que este infierno es tan incómodo de compartir o escuchar que se vive en silencio. Es prácticamente imposible encontrar ayuda psicológica especializada. Faltan comunidades de respaldo y sobran magos ansiosos por venderte planes y porcentajes con los que te hipotecarás para el resto de tus días.


Es urgente crear tribus de apoyo y educación social. Es imperativo que una mujer que no puede o no quiere tener hijos deje de ser vista como la rara”.

¿Cuándo dejas de ser meticulosamente perfecta ante la mirada ajena para amarte por el simple hecho de ser? ¿En qué momento uno dice adiós a sus planes para vivir conscientemente el presente? ¿Por qué olvidamos el asombro por lo cotidiano con el que nacemos y nos perdemos construyendo castillos de papel? ¿Y cuántas veces promedio nos reinventaremos a lo largo de nuestras vidas?


T.T. está en una de esas fases de redescubrimiento. Se está quitando capas de celofán para reconocerse en su verdadera piel. No sabe si construir la plataforma de apoyo que ella necesitó o si desarrollar un proyecto que impulse a emprendedores y comunidades nativas, pero sí tiene claro que su siguiente proyecto laboral responderá a una necesidad real de la sociedad. Para ella es hora de vivir con pies en la tierra, disfrutando el hoy y poniendo sus conocimientos y talento al servicio de los demás.