LA DECISIÓN DE AMAR

Fue el día que conocí a Carmen cuando decidí que las historias que las clientas me regalaban entre flores y pasadores tenían que ser contadas. La de Carmen, digna de la pluma de Corín Tellado es una magnífica novela de amor donde la protagonista navega ante la vida con una bandera trivalor: valentía, compromiso y libertad.

Carmen, riojana de médula, nació y creció entre viñedos, a orillas del Ebro, en un pueblo tan pequeño como bonito llamado Calahorra. Su destino parecía estar fotocopiado al del resto de chicas de su entorno: se casaría con el novio de la adolescencia, mantendría el mismo trabajo toda la vida, tendría hijos y viviría bajo la tradición y pausa de su cuna natal. Un sueño para muchísimos, pero no para ella.

Así, a sus treinta y sin un itinerario claro, Carmen decidió romper el noviazgo que había mantenido por catorce años y embarcarse en busca de nuevas aventuras y prosperidad hacia “el nuevo mundo”. De Calahorra, España a Xalapa, México.

¿Dónde se encuentran y alcanzan la libertad personal y el compromiso con otros? En el caso de Carmen su compromiso es sólido hasta que intentan decidir por ella. Ese es el límite infranqueable. Así, el acuerdo que hizo con la empresa que la llevó a Veracruz duró ocho años, hasta que los directores decidieron venderla a terceros y repatriar al equipo. Duró eso y un poco más, porque Carmen se quedó unos meses adicionales en México para entrenar a quienes tomarían las nuevas riendas del proyecto. Ella lo explica con más discreción y modesta, pero yo veo claro qué pasó durante ese lapso: los terceros con quienes Carmen había mantenido relaciones laborales se pelearon por retenerla. Y la convencieron.

De Xalapa, Veracruz a Ciudad de México. Nueva aventura, nuevos retos, y el inicio de la telenovela mexicana.

Las españolas nos creemos muy fuertes e independientes hasta que llega un mexicano que nos canta los mil amores, nos pelea y persigue logrando que conectemos con el Disney de la infancia y aceptamos vivir ese cuento de hadas. A veces el romance triunfa pero a muchas nos ha pasado que el conquistador desaparece una vez lograda la conquista.

Tez oscura, labios gruesos, cejas pobladas… así me imagino al hombre por quien Carmen dio su brazo a torcer. Un apuesto Pocahontas que desapareció al enterarse que esperaban un hijo en común.

Carmen había soñado y perseguido la idea de ser madre por todos lados. Aplicó para adoptar pero desistió cuando una, y otra, y otra vez el DIF cuestionaba su decisión siendo soltera. En Ciudad de México visitó varias clínicas de fertilidad que le daban información contradictoria acerca de la capacidad de su cuerpo para crear y sostener nueva vida por nueve meses. Ya tenía cuarenta… Pero insistió hasta ver otra vez que ese no era su camino cuando se encontró rellenando un formulario para pedir el hijo a la carta: altura, complexión, raza, religión…

¿Será que es tan fuerte y literal nuestro poder para decretar? Decretó ser mamá soltera y de la manera menos pensada, lo fue. La valentía y fuerza de su decisión superan por completo mi imaginación. Sólo puedo sentir admiración profunda por ella y el magnífico hijo que ha sacado adelante.

¿Y cómo aterrizó en Oh la Flor buscando su tocado de novia cinco años después?

De nuevo, un mexicano la peleó y persiguió. Él sí merece ser presentado. Su nombre es José. Carmen se negaba rotundamente. Ya estaba bautizada en el cortejo latino y además su bebé era el hombre a quien dedicaba todo su tiempo y aliento. Pero José vio clara la luz y encanto de Carmen y con el tiempo Carmen reconoció el gran corazón de José. Decidió confiar y empezó a amar. Día con día, con calma, alimentando el amor de admiración, cotidianidad y verdad.